martes, 1 de febrero de 2011

Los terroristas ganan.

Esta es una breve reflexión que quería hacer desde hace tiempo. Muy simple y muy clara. Desde el 11-S, con la caída de las torres gemelas hemos vivido una escalada en la seguridad en todos los ámbitos de nuestra vida cotidiana, en lo relacionado con el transporte en general y el transporte aéreo en particular.

Hemos visto cómo se instalaban detectores de metales, cómo se fortificaban las terminales con seguratas y policías, y como a través de los medios de comunicación vemos que han surgido empresas al albor del miedo colectivo, controladores de temperatura, escáneres de reconocimiento facial, escáneres que desnudan al pasajero en busca de "nosequé" materiales explosivos.

Claramente para evitar las catástrofes, como la del 11-S o la del 11-M en Madrid, la única respuesta es instaurar el pánico en el ciudadano, que demanda este tipo de infraestructura y medios de seguridad, aunque sea a pesar de disminuir sus derechos civiles, incluso hasta rebasar el sentido común.

Ejemplo de ello es la odisea que supone coger un avión, sea cual sea el destino.
Colas infinitas de gente que tras identificarse varias veces a diferente personal aeroportuario, ha de descalzarse, quitarse el cinturón, la chaqueta, vaciarse los bolsillos, quitarse el reloj y como borregos pasar por un arco detector con la inquietud de que no pite, porque sino se paraliza el proceso borreguil hasta que deje de pitar el arco o finalmente ser cacheado como un vulgar ladrón de barrio.

Todo, eso sí...por mi seguridad.

Hay que estar hora y media antes del vuelo, para hacer frente al procedimiento, sin miedo a perderlo.

Afirmo pues, que los terroristas han ganado la partida. Han conseguido que nuestros propios Estados y Gobiernos decreten la alarma generalizada entre la población y veamos con normalidad todo este despropósito de inseguridad. y que por nuestra seguridad, vivamos en una pérdida constante de nuestros derechos, la vulneración a la intimidad y la pérdida de tiempo constante cada vez que cogemos un vuelo.

Los terroristas han conseguido que su causa (sea la que fuere) esté presente en nuestras vidas cotidianas.

Sinceramente creo que hemos perdido el sentido común, que efectivamente en este caso es el menos común de los sentidos.

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